RAKKU

Sólo una rata callejera más. || Ladrón, mercenario y justiciero. La mala hostia viene en frascos pequeños.

DATOS BÁSICOS

Nombre: Rakku (ラック) Significado: suerte.

Edad: 33 años.

Estatura: 1'60.

Complexión: Debido a su estilo de vida y la falta de una alimentación sana, es bajo y tirando a delgado, aunque en realidad su cuerpo esté tonificado y posea más fuerza y velocidad de la que parece.

Le gusta: El té negro, el sabor ácido, los gatos y el silencio.

No le gusta: La gente rica, los que usan su poder para someter a otros por gusto.

Quirk: Buena suerte (manipulación de la probabilidad).

Afiliacion: Vigilante/justiciero/antihéroe.

BIOGRAFÍA.

Rakku nació en Tokyo, en uno de los barrios más bajos y gobernados por la yakuza. Su madre, una trabajadora de un centro de masajes, quedó embarazada del dueño del centro, lo que no le gustó demasiado a su futuro padre, ya que eso implicaría que durante meses su rendimiento en el trabajo reduciría y, además, quedaría relegada a poder acostarse sólo con los clientes que se sintiesen atraídos por el morbo de tener sexo con una embarazada, lo cual sucedió. Cuando la mujer dio a luz, nombró a su hijo como Rakku, que significa "suerte", con la esperanza de que él tuviese más fortuna en la vida que ella. Irónicamente, el quirk de su retoño no tardó en manifestarse, ya que parecía estar cubierto de un aura protectora que le evitaba todo mal, como si de un escudo se tratase. Al crecer un poco, tanto la madre como su padre se percataron de que, además de ello, Rakku era capaz de alterar ligeramente las circunstancias que lo rodeaban para así salir beneficiado. Su padre creyó que la buena suerte del crío no era únicamente aplicable a él, y decidió venderlo al jefe de la yakuza que gobernaba aquellos barrios para así ganarse su favor y evitar que los impuestos subiesen e hiciesen la vista gorda con sus desfases. Así, Rakku pasó a manos del líder de la mafia en seguida, y fue entrenado para potenciar que su quirk pudiese beneficiar los intereses de la yakuza y la buena suerte los sonriese siempre, como si de un espíritu benigno y bendecido se tratase. El líder no tardó en descubrir que el don del niño no funcionaba según él creía, y lo relegó a ser un mercenario más.

El don de Rakku le permitió sobrevivir prácticamente intocable a los malos tratos comunes en aquella violenta facción de la yakuza que se encargaba de entrenar niños como futuras armas, aunque esto no fue del gusto de nadie y los propios entrenadores empezaron a considerarlo peligroso según el chiquillo fue creciendo. Trataron de deshacerse de él en innumerables ocasiones, pero de una forma u otra Rakku siempre terminaba venciendo al destino y regresaba a ese lugar, únicamente porque no conocía otro sitio al que ir.

En una ocasión, con doce años y cuando lo enfrentaban a otro aspirante a mercenario unos años mayor, el quirk de Rakku se disparó en defensa propia, alterando la probabilidad de que el quirk enemigo fallase y haciendo que las ondas vibratorias del otro muchacho se descontrolasen, provocando un terremoto que tumbó abajo el edificio donde recluían a todos los niños soldado de la yakuza y sepultó a todos los que allí se encontraban. Desconcertado y sin saber bien cómo había ocurrido aquello o cómo había conseguido sobrevivir, Rakku huyó de allí, consciente de que el resto de miembros supervivientes lo buscarían y matarían si se quedaba esperando a que alguien llegase.

Desde entonces, sobrevivió en las calles recurriendo a su escudo de buena suerte natural, robando aquí y allá, peleando en clubes clandestinos, asociándose con pequeñas bandas para luego desaparecer al tiempo... Hasta su vida de anonimato se terminó.

Tenía veinticinco años cuando lo aprehendieron en una reyerta, defendiendo lo que consideraba su territorio, de unos villanos de poca monta que habían creído equivocadamente que podrían con alguien tan "pequeño y esmirriado" como él. En mitad de la pelea, una figura encapuchada apareció, colaborando con Rakku para acabar con los criminales e igualando su nivel de pelea en seguida, casi complementando los movimientos rápidos y mortíferos del ladrón.
Una vez la batalla terminó, preso de la curiosidad, pero también de la desconfianza, Rakku hizo el amago de desaparecer, aunque fue atrapado con una velocidad insultante por la figura encapuchada, que no tardó en revelarse como un detective y agente privado que había sido contratado por el líder de la yakuza que lo había criado cuando apenas era un crío. El contrato era llevarlo con vida al jefe de la mafia para que Rakku saldase su deuda, pero, haciendo uso de su quirk ante la situación desesperada, una vez más la rata callejera consiguió zafarse y huir.

Sus encuentros con el detective privado, a quien luego investigó y descubrió que se llamaba Daiki, se siguieron sucediendo en los próximos meses, más tarde años... hasta que llegó un punto en que no importaba cuánto Daiki le persiguiese, Rakku le permitiría cazarlo unos instantes, sólo para volver a desaparecer en las sombras de la ciudad. La dinámica estaba servida, y los sentimientos empezaron a aflorar sin que ninguno de los dos fuese consciente de ello. Para cuando quisieron darse cuenta ya era demasiado tarde, y aunque jamás dijeron nada en voz alta... la evidencia estaba ahí.

Un día, sin embargo, Daiki desapareció. No era algo extraño que no se viesen en meses, teniendo en cuenta la circunstancia personal de cada uno, la mala vida de Rakku, y los encargos laborales del otro. Pero Rakku esperó, y esperó... y no volvió a aparecer. Sencillamente se había esfumado de la faz de la tierra. Su desaparición coincidió con el surgimiento de la Liga de Villanos en Musutafu, no muy lejos de la ciudad de Tokyo, y dentro de su misma prefectura. Comenzando a obsesionarse con su búsqueda, y llevado por el pensamiento paranoico de que todo debía estar conectado de alguna forma, Rakku abandonó Tokyo, mudándose al lugar del que tanto oía hablar en las noticias para comenzar a buscar allí. Nuevamente, no encontró a Daiki allí, pero se estableció en uno de tantos malos barrios para comenzar de nuevo, tratando de continuar con su investigación mientras trataba de colaborar con su pequeño grano de arena, ayudando a los más necesitados y jodiendo a los que más tienen.

QUIRK

Buena suerte (manipulación de la probabilidad. Es a la vez mutación y poder manipulable) Tiene tendencia natural a que sus actos en la vida cotidiana le resulten favorables y nadie lo moleste, consiga salirse con la suya, se zafe de la policía, consiga escaparse de reyertas imposibles... Cuando debe alterar los campos de la probabilidad puede conseguir que cosas realmente complicadas resulten como sea beneficioso para él, pero al manipularlos activamente acaba agotado después. Por cada minuto que manipule la suerte a su favor, y cuanto mayor sea la manipulación que ejerza, recibirá el equivalente en mala suerte, por lo cual no suele hacer un uso consciente de su quirk casi nunca a su favor. En su lugar, se ha entrenado para ser un mercenario excelente y un enemigo formidable en batalla. La parte inevitable de su quirk le otorga habilidades aumentadas en combate, pero es cierto que su preferencia siempre será la huida.
Si por ejemplo hiciese uso de su quirk contra un don de ataque (fuego, electricidad...) el efecto hará que si existe una mínima posibilidad de que el don enemigo falle, lo haga, aunque no por un tiempo ilimitado, sino que podrá mantenerlo únicamente un par de ataques, y siempre para salvarle la vida a Rakku, nunca para manipular en favor de otra persona.
Si hiciese uso de esta alteración de la probabilidad, debido a los efectos secundarios tendría que encerrarse en casa, debilitado, durante el tiempo que equivalga al uso que ha empleado de su quirk.